Formar un equipo es inherentemente optimista. Visualizamos un grupo de individuos afines trabajando sin problemas hacia un objetivo común. Sin embargo, la brecha entre nuestras expectativas (‘¡La vamos a romper!’) y la realidad (‘¿Porque es tan difícil trabajar juntos?’) puede ser enorme. Un equipo, existe para lograr colectivamente lo que no podemos hacer solos. Pero sin claridad, los equipos se vuelven disfuncionales.
Un Motley Crew
El término ‘Motley Crew’ se refiere a un grupo diverso e inconvencional, con variadas habilidades y perfiles, unidos por un objetivo común. Originalmente, describía a los bufones medievales. Hoy en día, se aplica a equipos compuestos por personas talentosas pero potencialmente disfuncionales. Aunque tu equipo esté conformado por ‘rockstars’, sin un propósito claro, el trabajo puede volverse caótico.
El éxito necesita una receta.
Tener una lista de valores no basta; necesitan ser concretos y tangibles para evitar malentendidos. Es como intentar cocinar sin una receta en la cocina. Esta falta de claridad puede llevar al caos, como en el restaurante de sándwiches de carne italiana en “Bear”. Por más talentosos que sean los cocineros, sin instrucciones claras, reina la anarquía y desorden.
No seas un político.
La credibilidad de los líderes está en juego cuando establecen valores pero no guían a sus equipos. Los líderes deben ‘predicar con el ejemplo’, encarnando los valores que predican. De lo contrario, son como políticos que dicen cosas populares pero actúan de manera diferente, causando desalineación e ineficiencia en el equipo.
Los valores son una herramienta poderosa.
Cuando los líderes tenemos que supervisar todo para que se haga bien, el crecimiento se vuelve imposible. Los equipos y líderes necesitan reglas claras que ejemplifiquen cómo actuar de acuerdo a las prioridades. Estos valores se vuelven tangibles cuando los acompañamos con principios rectores que explican qué significa cada valor en el día a día.
