En la vida, a menudo enfrentamos la tentación de abordar los obstáculos con fuerza, como un martillo golpeando. Sin embargo, es mejor estrategia fluir como el agua, siendo ágiles y flexibles. Al fluir, nos adaptamos a los cambios inevitables con menos esfuerzo y desgaste.
Para ser más flexibles y poderosos, es necesario cambiar nuestra mentalidad y abordar los proyectos de manera modular en lugar de monolítica. Las gotas de agua nos enseñan la importancia de la versatilidad y cooperación. Cada gota, siendo moldeable y flexible, se une con otras en armonía para avanzar en la misma dirección. En esta unión, encuentran la combinación perfecta de flexibilidad y determinación, volviéndose imparables en su propósito.
Aunque las gotas de agua pueden ser débiles por sí solas, cuando avanzan con determinación en la misma dirección, se vuelven poderosas e implacables, capaces de convertir la roca en arena sin perder su flexibilidad.
Las metodologías de implementación ágil nos ayudan a fluir de manera poderosa, alentándonos a dividir nuestros proyectos en pequeños módulos funcionales, similar a las gotas de agua. Esto nos permite aumentar nuestra fuerza a medida que cada módulo o gota se une en un todo más poderoso pero aún flexible. Además, las metodologías ágiles nos invitan a concebir nuestros proyectos como un flujo de funcionalidades que se adaptan fácilmente a los cambios en el entorno. Al ser modulares, podemos cambiar o reemplazar componentes para adaptarnos sin afectar todo el sistema.
