Los proyectos han existido de alguna forma desde hace miles de años. Después de todo, cualquier cosa que requiera un enfoque en el que los humanos se organicen de manera efectiva para planear y lograr objetivos puede definirse como un proyecto. ¿De qué otra manera habríamos desarrollado los humanos las maravillas y logros que hoy permiten nuestro estilo de vida?

Nos gusta pensar que nuestras vidas están ordenadas, son predecibles y están sujetas a un gran control. Una gran necesidad de certeza puede ser algo peligroso. Nos impide aprender a enfrentar la incertidumbre que rodea nuestras vidas. Por mucho que planeemos, no podemos hacer que nuestras vidas estén completamente libres de cambios ni de riesgos.

La planeación tradicional de proyectos busca evitar cambios en el alcance del proyecto. Pero ningún proyecto sucede sin cambios y, por otro lado, la mayoría de las personas van aprendiendo sobre lo que desean y necesitan conforme el proyecto avanza. Por eso se necesita un proceso estructurado pero a la vez flexible.

La mayoría de los proyectos buscan desarrollar “toda la enchilada” en la primera iteración. Este proceso es lento y general un alto grado de desperdicio, ya que invertimos una gran cantidad de recursos en construir basados en nuestras hipótesis y no es hasta que nos enfrentamos a la realidad que realmente sabemos lo que funciona y lo que no.

La agilidad es la capacidad de moverse rápida y fácilmente. La agilidad nos permite hacerle frente a la incertidumbre, reaccionando y adaptándonos a cambios que vamos descubriendo, conforme avanzamos en la implementación de una iniciativa. Esta reacción requiere coordinación, velocidad y resistencia.

No hay nada de malo en ser ambicioso, al contrario, como dice el dicho, “si apuntamos a la luna, probablemente aterricemos en las estrellas.” Construir el alcance mínimo indispensable nos permite movernos más rápido, recibir retroalimentación e identificar que funciona y que no antes de desperdiciar más tiempo y dinero. 

Un proyecto a medias no tiene valor. Si dividimos el proyecto en componentes y nos enfocamos en construir una cosa a la vez, podremos terminar cada uno de esos componentes en una o dos semanas y esto nos permite ir implementando y lanzando las iniciativas antes de tener todo terminado.

Ser ágil implica aceptar cambios incluso ya entrados en la implementación de una iniciativa. Esto significa que nuestro proceso necesita flexibilidad para adaptarse a las expectativas que van madurando conforme avanzamos. 

La visión del proyecto nos permite por definir el alcance, inspirar al equipo para que tenga la energía necesaria para actuar y la resiliencia para enfrentar los obstáculos. Consiste en describir el tipo de solución que buscamos construir, a qué tipo de persona buscamos beneficiar, que tipo de problema queremos resolver y cuáles son los beneficios clave del resultado.

El backlog es una lista estructurada de entregables que forman parte del alcance de un proyecto. A menudo es una lista completa que desglosa el trabajo que debe completarse. El backlog del proyecto ayuda a estructurar el alcance e identificar las prioridades antes de que los equipos dediquen demasiado tiempo a planear los detalles.

Priorizar los entregables a desarrollar en el siguiente intervalo de tiempo. Este proceso consiste en evaluar el valor que un entregable ofrece para el cliente y lo contrasta con el esfuerzo que la organización tendrá que invertir para desarrollar cada entregable.

Un sprint es un intervalo corto de tiempo en el que un equipo trabaja para completar una cantidad determinada de trabajo. Los sprints son corazón las metodologías ágiles, y hacer los sprints correctamente ayudará a nuestro equipo a implementar mejores soluciones con menos dolores de cabeza.