El ritmo que traemos en el mundo está acelerando la fecha de caducidad de las ideas. Fíjate como empresas que nacieron hace poco crecieron exponencialmente y ahora están en caída libre. ¿La pregunta es que tan rápido están cambiando las cosas realmente? Hablamos de esto tan seguido que parece que es en realidad una crisis existencial que todas las generaciones vivimos en algún momento. Pero solo basta compara la carrera profesional de Baby Boomers exitosos como Bill Gates con la de Millennials que la rompieron como Mark Zuckerberg para darnos cuenta de que todo nace y muere mucho más rápido que antes.
A Bill Gates le tomó 10 años desarrollar Office, su producto más importante, en comparación a Mark solo le tomó dos años desarrollar Facebook, de igual forma a Microsoft le tomo casi 30 años el comenzar a caer y verse obligados a reinventarse mientras que Facebook comenzó a “patinar” antes de cumplir 15 años de haberse fundado. De igual forma, compañías como la marca de fitness Peloton que fue fundada en el 2012, llego a la cumbre del éxito en el 2020 y en el 2021 a solo 9 años de su fundación empezó a dar señales de alerta, y ni hablemos de Wework que casi desaparece a meros ocho años de haber nacido.
Todos tenemos claro que necesitamos reinventarnos más rápido que antes, el problema es que no sabemos cómo. Somos muy buenos operando, eficientando y rentabilizando una idea, pero se nos olvidó como concebir y hacer realidad nuevas ideas. La operación requiere un tipo de pensamiento lineal que nos enseñaron en la escuela; sin embargo, la creación de lo nuevo o la reinvención de lo viejo requieren que aprendamos a navegar la frontera entre el orden y el caos y que pensemos de forma sistémica.
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