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El cambio es difícil pero inevitable.

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13/13/2023
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Si ponemos la lupa en nuestra capacidad de cambio a nivel micro, parece que somos una especie incapaz de adaptarse a nada. Hoy las organizaciones están sudando tinta china, tratando de adaptarse ágilmente a los cambios y disrupciones que suceden con cada vez mayor frecuencia en todas las industrias. Pero el cambio organizacional se enfrenta a una resistencia significativa por parte de los equipos de trabajo, quienes muestran escepticismo y cinismo ante el cambio y la capacidad que tienen para lograrlo en el tiempo requerido. Pero si ampliamos la perspectiva y analizamos nuestra evolución, se revela el poder de adaptación de la especie humana.

¿Quién mejor para ayudarnos a reflexionar sobre nuestra capacidad de cambio que el historiador Yuval Noah Harari? Este autor ha surgido como una de las voces más influyentes en el análisis del pasado, presente y futuro de la humanidad. En sus libros “Sapiens”, “21 lecciones para el siglo XXI” y “Homo Deus”, Harari nos brinda una perspectiva única sobre quiénes somos como especie, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. Desde ser un simio insignificante hasta la dominación del planeta, Yuval nocvccs muestra cómo las mutaciones genéticas y la revolución agrícola nos permitieron sobrevivir y prosperar como especie, y cómo el pensamiento científico y la tecnología han sido fundamentales para convertirnos en la especie dominante.

En su obra Homo Deus, Yuval plantea la posibilidad de que los humanos podríamos desarrollar habilidades equiparables a las de los dioses. A lo largo de la historia, hemos logrado superar las tres principales dificultades que nos han afectado: guerras, hambre y enfermedades. Actualmente, más personas mueren por exceso de comida que por falta de ella, por vejez en lugar de infecciones, y por suicidio en vez de guerra. Nuestra especie ha experimentado cambios significativos, y hoy en día, el mayor daño que sufrimos es autoinfligido. El mundo es más saludable y próspero, y nos encontramos en la encrucijada de decidir qué hacer con todo este poder. En un mundo en constante cambio, necesitamos fortalecer aún más nuestra capacidad de adaptarnos a las nuevas circunstancias.

En la actualidad, nos encontramos inmersos en una complejidad sin precedentes en el mundo moderno. El exceso de información nos ha llevado a un punto en el que no podemos distinguir la verdad de la mentira, e incluso estamos viendo un desinterés creciente por la verdad. Lo que parece importar ahora es que la información se ajuste a nuestra visión del mundo. La complejidad también ha dado lugar al resurgimiento del extremismo religioso y movimientos ideológicos como el fascismo. Además, el rápido desarrollo de la inteligencia artificial y la automatización están haciendo que las habilidades que hemos aprendido a lo largo de los años se vuelvan repentinamente irrelevantes en el mercado laboral.

Las organizaciones necesitamos aprender a adaptarnos ágilmente para mantenernos relevantes y competitivos. Sin embargo, la resistencia natural al cambio es un obstáculo que limita fuertemente nuestra capacidad de evolucionar. El cambio es incómodo, pero es inevitable, en lugar de gastar energía resistiéndonos, necesitamos enfocar nuestros esfuerzos en definir estrategias que nos ayuden a adaptarnos gradualmente mientras descubrimos la dirección correcta. Esto puede implicar el fomento de una mentalidad de aprendizaje continuo y cambiar nuestra estrategia, estructura, procesos, métricas y recompensas para incentivar la flexibilidad en lugar de la rigidez. Pero esto puede ser tan difícil como cambiar el curso de un río.

El reto es que las organizaciones tenemos la equivocada idea de que cambiar es algo que debe ser drástico, rápido y sin equivocaciones. Las barreras que dificultan el cambio las creamos los líderes, ya que no entendemos a nivel cognitivo, sociológico y cultural, cómo diseñar procesos de cambio graduales, cómo guiar con el ejemplo en lugar de con el látigo, ni cómo crear las condiciones adecuadas para que nuestros equipos de trabajo entiendan la importancia de cambiar. El cambio no es algo que inicia y termina, es un proceso constante. De esta forma podemos poco a poco sembrar en la organización la confianza en la dirección, la capacidad en el proceso.